viernes, 26 de octubre de 2012

_Aproximación


Verdad


Las manos encuentran un modo que no nos pertenece. O tal vez sí, pero entonces nos excede. Qué se yo. Es indescriptible la sensación. Inabarcable generar algo parecido desde otros lenguajes, como decías vos, o Rimbaud.

Igual voy a intentarlo. Qué me importa.



Mano y mano es como tocar algo completamente nuevo. “Algo nunca visto“.

No es otra mano y ya. Ni siquiera es la mano deseada y ya. Es como tocar lo abstracto.

O abrazar un huracán ¿?

Es como volar sin despegar los pies del piso. O paladear un latido de corazón. Como tirar una red a la nada y atrapar el mundo.

lunes, 11 de abril de 2011

Sobre vos

¿Quién ofrecerá alivio al enigma de tus piedras?
¿Cómo puedo hacer para no disimular si desayunas mi ropa?
Dame de comer de tu sonido así mastico cada palabra y adivino de qué lugar vienen.
Ahora, en mi boca, tu canción de sirenas locas.

Lici
9 de Abril 2011

sábado, 2 de abril de 2011

Nubes

Ensobrando saquitos. Delicados saquitos de magia de plantas y sabores. Nada es tan chiquito como para dejar de ser fantástico.

Todas las gotas del mundo no pueden desaparecer así porque sí.

domingo, 14 de septiembre de 2008

Gira

y si todo ese girar, de tanto tiempo -tiempo... es una variable en juego?- produjo, produce y producirá -el tiempo me complica- algún efecto, que por supuesto nunca advertiré por cercano, normal y natural,
y todos los experimentos bajo ese mismo girar...
Y se vuelve imposible prescindir de esa variable...
El lenguaje solo habla del lenguaje...
La ciencia solo habla de ciencia...
de procesos...

Silogismo Haiku

gira porque permanece
y permanecer es existir
por eso existe

jueves, 31 de julio de 2008

Que sé yo

Hace tiempo que retengo muy bien no sé qué. Se está tornando tan oscuro todo en mí que ya no siento miedo, estoy del otro lado. Supongo que es humano. Estoy tan enojada. Tengo que parar. Y agradecer todo lo que puedo ver y ser. Pero me cuesta.

lunes, 7 de julio de 2008

Lunix

Pequeña, medialuna hada. Tu inocencia incansable logra conducirme. Es entonces cuando me vuelvo dibujo garabateado por tus manitos tibias. Y sólo eso, un dibujo plasmado que te mira inaccesiblemente desde el papel, que sufre con toda la libertad de la que disponen los dibujos para hacerlo, y que, asimismo, (vive y) espera en un tiempo infinito.
Pequeña, medialuna duende. Si supieras que sólo aceptándole una cita al conejo tu hechizo puede descansar, te vestirías de azul y recibirías sus flores. Tu oso sabe el secreto, pero él tampoco puede hablar. Eso explica lo trascendente que es su relleno.
Deberías descansar las noches de plenilunio. Supongo que dilatarías tus tareas nocturnas, o que tal vez con suerte maltratarías al oso y como resultante descubrirías la clave.
No hay mucho tiempo, es probable que la pizza llegue pronto y con ella el solsticio de verano. Y luego ya de noche: cuarto creciente y con él, el Duende Infame.

Li, 12 de Octubre (2005)

Trascendental

Monstruosa fantasía la de albergar vida en mi panza. Pensando, pensando, no programando.
Casi un año de vida en vida. Mágico y trascendental desdoblamiento.

jueves, 26 de junio de 2008

Lenguaje

Encanto. Conciencia. Nada pretende explicar nada. Es que aunque sí haya pretensiones serían absurdas. No hay explicación. Hay transformación. Una cosa se transforma en otra cuando tratamos de explicarla, o aprehenderla. No podemos tocar nada en verdad. Si yo quiero explicar lo que es una mesa no me alcanzan las palabras, ¿no me sirven tal vez? No puedo dar la sensación de mesa. Sólo la mesa da sensación de mesa y nos acerca a la verdad. No aprendemos nada nunca en verdad por esta deficiencia inherente al lenguaje. El lenguaje sólo sirve para hablar del lenguaje. El arte solo habla de arte. Con arena no hacemos otra cosa que arena. Todas las cosas son objetos cerrados en sí mismos. Es ilusoria toda intención de comunicación acerca de algo.
La ciencia es tan verdadera (o tan poco) como el mito. Ambos son diferentes lenguajes. Toda materia de estudio está muerta. Hacemos autopsia en las cosas que pretendemos conocer. Y OK, descubrimos relaciones entre fluidos y glándulas, y huesos y carne, pero no podemos salir de esas relaciones. Metemos la pata cuando intentamos trasladar eso a un axioma, máxima o conclusión. Todo es particular. Lo generalizable es tan sólo una ilusión. Dentro de poco al ver un perro, no voy a poder agruparlo dentro del grupo de los perros, porque va a ser Bobby, o el marrón con blanco. Además un cuerpo muerto –al que podemos someter a una autopsia- no nos cuenta la verdad de un cuerpo vivo. No señores.

¡Qué ilusa Eloísa!

Sólo fui un taxi más. Todo para que ahora mires cómplicemente a todos los taxis. Como si nos conocieras a todos. O como si todos fueran tan geniales como yo. Pero te repito, no hay nada de gracioso en tu actitud Eloisa. El mundo no viene a ser el regalo que imaginaste. Lo descubierto no encuentra norma para adaptarse a otras situaciones, o a otros saberes, por lo tanto no has descubierto nada. Sólo has sido testigo de un evento. Es imposible pretender más. Un poco de límites no te vendría nada mal querida. Quiero decir, que el año tiene 4 estaciones duracionales y excluyentes entre sí. ¿Más claro? No vas a poder vivir siempre en primavera my darling. No vas a poder embaucar al clima ni tampoco al reloj. Sonreí todo lo que quieras. No vas a volver a ser la de hoy. Ah, y es inútil que busques gestos cómplices en otros taxis.

Laberinto

Volviendo a mi mundo supermotion...
En mis últimas tardes atravieso el tiempo. Camino por veredas en las que las hojas (que vuelan en remolino) aparecen y desaparecen haciendo alarde de libres y danzantes. Ahora entiendo que se trata de un laberinto. Todo es un laberinto invisible por lo pequeñísimo. Ininteligible por su perfecta complejidad arquitectónica. Un laberinto que se resiste a ser visto por ojos comunes pero que anuncia sutilmente –y sólo a veces- que es la estructura y el contenido a la vez. Que es muy chiquito como para verlo y muy grande como para captarlo acabadamente.

miércoles, 18 de junio de 2008

UNA VEZ, NO LO MEDITES

Esto es así. Pienso regalarte un aparatejo que tiene un botón en la parte superior, rojo lustroso y de límites redondeados. Este aparatejo, a modo de caja latosa pesa poco más de 10 kilos, es suave y plateado a excepción del botón rojo que es rojo, suave y lustroso.
Para trasladar al aparatejo conviene introducirlo en una caja de cartón con amortiguación preferentemente de polietileno con burbujitas rellenas de aire sin reventar. En caso de carecer de este material casi inexistente y destinado sólo para artefactos tecnológicos puede servir el aserrín o el papel picado, lo que hace al procedimiento de descajar al aparatejo un tanto más engorroso.
El aparatejo no sirve para cualquier cosa, ni para cualquier persona. No se hacen por encargo. No se hacen. Existen y ya. Se sabe que sólo uno funciona pero funciona sólo una vez. Si lo ves, y tenés la oportunidad de probar suerte no medites mucho el deseo a pedir y posteriormente a ver cumplir. Sólo sirve una vez, igual que uno. Hoy, ahora. Una vez.
Pulsar hacia abajo. Sostener el botón rojo lustroso durante 3 segundos presionando levemente hacia abajo. Insatantaneidad de solución. Perplejidad del ejecutante.

IMPORTANTE
Dimensiones físicas del aparatejo. Cubo de 3 x 3 x 3 metros.
Botón, media esfera de 1 metro de radio.
Para vencer la resistencia que ofrece el resorte del botón es necesario la fuerza psíquica y física y emocional de al menos 7 personas. Máximo 9.
Decepción del ejecutante. Su deseo de ve fragmentado-compartido en al menos 7 personas.


Diciembre 2004

Vínculo infranqueable

En mi mesa redonda de madera hay varios objetos. Mi vista hace foco en un cuaderno de recetas porque lo descubro respirando y eso me sorprende. Mueve sus hojas levemente lo que me da la pauta de que está tranquilo. Otros pensarían por su respiración casi imperceptible que el objeto ya advirtió mi presencia y sobretodo mi especial atención en él, ¡pobres ingenuos! No saben que la complicidad que mantiene un cuaderno con su autor es infranqueable, y aunque el objeto se cerrara y seguido a esto me hablara, el vínculo sería exactamente el mismo.

viernes, 13 de junio de 2008

Lo bueno de alejarse un poco

El piso parece plano, sin embargo, sabemos que es parte de la esfera. No existe el plano. Todo es curvo. Lo que pasa es que estamos demasiado cerca como para notarlo.

miércoles, 11 de junio de 2008

Tres realidades

El espejo manifiesta una realidad que no es tal. Ostenta un paralelismo extraño. Siempre y sin excusa es convergente o divergente. Por otro lado, los sueños corren el velo a una realidad que tampoco es tal. Existen, pasaron, pero no fueron más reales que eso. ¿Más reales que eso? A menudo sueño con espejos. Vuelvo a mi misma y gracias a la memoria me suspendo en ese momento al atravesar tres realidades. El espejo, el sueño y el recuerdo real de haber estado en un lugar imposible.

Lo certero

Dejo que una mariposa se pose en la palma de mi mano. Antes de que se apoye con esas patitas de insecto y agite vanidosamente sus alitas revolotea mostrándose hábil para escapar. Disfruto del juego que generamos. Ella dramatizando valentía, yo disimulando mis buenos reflejos. Cuando finalmente se detiene permanece no menos de tres segundos en mi mano y aún aunque abuse de mi benevolencia no puedo hacer más que contemplar su vuelo mientras se aleja para siempre.

Licina,
verano 05

viernes, 6 de junio de 2008

Cuadro en movimiento

Las calles naranjas y el cielo de marfil se acoplan para verme llegar. Los ángulos, esas líneas que convergen justo en ese lugar –que es hasta adónde puedo correr–, permanecen pero en puntos diferentes. Pretendo caminar aún más. Respiro. Suspiro. Sigo necesitando de esas vidas. Sé que no vuelo –por ahora– pero ya nada me es indiferente.
23/08/05, Licina.

Manos

Sos presa del que acecha irreversiblemente con esa característica regularidad: el tiempo. Tu mano abarrotada por el reloj es uno de los tantos datos que me da esta imagen.

Recuerdo a mi madre riendo ruidosamente. A carcajadas. En una mano un libro, en la otra su frente.

No he visto nada más verdadero que tu mano haciéndose pequeña para tomar el asa de ese pocillo de café.

Croton

Croton me pidió a gritos que la asomara a la ventana. No pude resistirme a su manera y mucho menos a su verdad. Osé en dejarla sola y afuera, sobre la ventana. No hay duda, ahora llueve y ella tiene razón. El movimiento la propone viva, latente, agradecida. Croton no es fanerógama y dudo que algún día lo sea. ¿Ella lo sabrá?

domingo, 25 de mayo de 2008

Cuelgue



Tendida. Quién no disfrute del lento vaivén que arroje la primera piedra, eso sí, que apunte para otro lado, no vaya a ser cosa que decubra que a veces es imposible perturbar la verdadera tanquilidad.

sábado, 24 de mayo de 2008

Puntos de referencia

Ya no me envuelve esa frazada exótica, y no es una alegoría. Ya no estoy en la cama y el último lapso del descanso es recuerdo, pero también es proceso. Es mermelada de modorra, pegajosa, empalagosa, pero accesible, fácil en el paladar, exquisitamente ilegal, olvidable rápidamente e inconfesable. Sí, todo eso.
Y ahora esta mañana de tobillos fríos se subleva y me hace pensar que el mundo real es en gran parte incomodidad, urgencia y trabajo desparramado en todas las cosas que tenés que tocar para seguir con el día: la taza, la hornalla en reposo, el fósforo ardiendo tan cerca de la yema, el agua caliente en la pava, el paquete de galletitas absurdamente irrompible y finalmente el dulce. El cuchillo frío lo desparrama y prepara con la espera a tus glándulas salivales para el show. Luego la despedida y pronto el olvido nuevamente.
Lo que seguirá será más trabajo, quizás más frío, calle, ruidos urbanos, cuerpos desayunados y luego de un par de horas el aroma del café de alguien que te mira desde una vidriera como vendiéndotelo. Ofreciéndote un corto período de su vida, un poco de su sensación cálida y agradable. El frío de afuera empaña los vidrios y el mundo que estabas contemplando desaparece como en un acto de magia. Seguir caminando o entrar al café. Seguir caminando seguramente involucre entrar en otro café pero ya sin dudar para pedir ahora ese cortadito insoslayable. Ese acto permisivo de sentarse y sorber ese fuerte brebaje se convierte en una instantánea de Polaroid, así que otra vez al ruedo y a olvidar. Nos queda el trabajo que nos recibe frío y ventoso.
Ahora he olvidado todo lo anterior. Sólo me envuelve lo inmediato, llamadas telefónicas, problemas y soluciones, chistes al paso y sobretodo lápiz y papel. Como en medio de ese torbellino habitual me habla tu voz tan cerquita del oído que logra convertirme en pisapapeles donde no hay viento, un completo inútil. Y la sonrisa para qué, me pregunto, si a través del teléfono no se ve. Ahí termina todo o tal vez empiece, es lo mismo. Un poco más de olvido y a sumergirme otra vez en lo que no tiene sentido.
Urge en mi estómago una necesidad de algo que no me deja continuar. Sigue siendo responsabilidad, labor, debo trasladarme hasta el lugar adonde me alimentaré. Acá estoy otra vez, de este lado. El aroma supo transportarme nuevamente y agradezco infinitamente gozar de sentidos como el olfato. El acto de comer ocurre mecánicamente. No es un manjar de reyes, pero estoy satisfecho, el vapor de la comida caliente es una bendición. Un poco más de agua y ya está. El olvido entra en juego.
Más tarde, camino por la calle y nada parece desencajarme del cuadro. Un color más o menos no hace a la diferencia, eso me da la sensación de que soy insignificante, y lo peor, tengo la certeza de que todos se sienten igual, lo que me da la pauta de que encima somos todos iguales. Ahí va, el tiempo acaba de prolongarse en un ritardando inesperado, la imagen deja su chatura de lado y se vuelve fabulosamente tridimensional. Es el sol el responsable de teñir de amarillo a la plaza, el audio se modifica y los sonidos se vuelven incomprensibles por su desmedida lentitud. Tarde o temprano la imagen se termina, mis pasos no van a tempo y el disfrute se acorta considerablemente.
Luego de varias horas, vuelvo a casa ansiando algo que sí recuerdo. El té de frutas. El té es una de las pocas cosas que provoco porque recuerdo que me otorga otra espacialidad, otro tiempo, otra dimensión podría decirse. A veces creo que el trabajo no es trabajo, pero me doy cuenta de la verdad cuando transito por cualquiera de estos puntos de referencia. Me traslado por el día con la ayuda de estas lianas, de estas sogas empapadas necesariamente de olvido para que siempre aparezcan como vírgenes, de la nada.

El mareo, "un dibujo de"

Metamorfosis

Veo motocicletas rodando a toda velocidad por un terreno llano. Un detalle: nadie las conduce (un par de colores que hacen a la imagen: naranja, amarillo y ocre) Se dirigen hacia las montañas, que es adonde se pueden refugiar del viento.
De pronto y casi prevesiblemente se vuelven esponjosos conejos, blancos conejos de un tamaño algo exagerado que se trasladan, curiosamente sin mover sus patitas. Pareciera que alguien los empujara hacia a un lugar adonde no quieren ir. Algo que me parece más raro aún es que sus orejas ahora crecen apresuradamente, y su cuerpo, en un movimiento ya sin gracia, se torna algo más alargado. Burros, una manada de burros se acrecienta en cantidad.
Motocicletas, conejos, burros; algo más que la continuidad los vincula: el destino final que no es sino el límite que recortan el cielo y las montañas. Al menos, hasta ahí llegan mis ojos. Quizás detrás de éstas haya un paraíso perdido, o una pequeña aldea con pequeñísimos habitantes. Qué pena que ya no los distingo uno a uno. Supongo que siguen en continua metamorfosis. La distancia no los favorece, se han convertido en una masa lúgubre que a lo lejos se viste de gris. Probablemente esté lloviendo ahora en aquella aldea.

Li,
13/09/05

Duelo invertido

(Retrato del dolor despojado del problema y de la solución)

Hoja en blanco, que fácil sería dejarte virgen. El silencio es más efectivo. Y más doloroso.
Perdí. Ahora me doy cuenta de que soy capaz de percibir dolor. Y que frío, dulce y filoso se vuelve todo. Me hace llorar. El frío es azul y no me cabe la menor duda.
De pronto sé que si no existiera el mundo y sólo fuéramos nosotros dos también sería posible el dolor. Era algo de lo que veníamos librándonos.
Terminé adaptándome al ritual que involucra vernos todos los días, y ahora no soporto unas horas separados. Separados, curiosamente enfrentados.
Hay una distancia flexible entre ambos. Lejos. Me ves chiquita de lo lejos que estamos, un puntito allá. Lejos. Casi parte del paisaje, entre la niebla. Y es inútil que caminemos porque la recta se estira a cada paso mío o tuyo, no importa, probablemente simultáneos. Izquierda, derecha, izquierda, derecha...
Bang Bang.

¡Oh lector!

Oh lector quete escudas tras estas letras pretendiendo burlar por un momento a la voz de tu conciencia, o tal vez a tus propias ideas. Oh lector que descansas inocentemente de ti mismo, que te reconfortas ante lo ajeno. Oh ector que sería de mí si no me prestaras tu compresión por un rato.

Li,
21/10/05

Calesita

Gira, entonces el movimiento se presenta eterno. Es conmovedoramente hipnótico. Naturalmente en ese girar, se palpa una rutina casi real. Todo, hace que de lejos parezca un tentandor microcosmos, y pensar que tan sólo es un engranaje musical poblado de huéspedes que pretenden ser pasajeros. El viaje es seguro y eso lo saben todos. ¿El objetivo? No es más que disfrutar, como en un sueño, del lento traslado. Como un beneficio adicional lo cíclico del paisaje produce una sensación confortable.

Li
21/09/05

Policromon

Hace un tiempo me topé con un árbol cargado de frutas de distinto tipo y color. Se destacaban las bananas que pendían de la misma rama que los duraznos. Las manzanas rojas estaban todas en un mismo sector como queriéndo diferenciarse de las verdes, que estaban en el centro. Las uvas caían en manojos desde las puntas, algo para destacar, rosadas y tintas compartían un mismo racimo.
Quise probarlas todas, para eso debí romper con la armonía del árbol tomando las frutas que estaban a mi alcance. Lo hice con la misma delicadeza con la que alguien toma entre sus dedos un vidrio roto, delicadeza que involucra un latir de miedo y de precaución (riguroso en su constancia y ritmo parejo). Antes de probarlas medíté unos minutos acerca del nombre del árbol. ¿Tendría alguno? ¿Habría sido descubierto? ...¿Estaría soñando? De todas maneras supuse que debía ser recordado bajo un nombre y como no lo conocía lo llamé Policromon.